jueves, 15 de octubre de 2009

Medicina Nuclear: una alternativa poco conocida

En un mundo globalizado como el de hoy, todas las disciplinas científicas se han visto sujetas a diversos procesos de innovación; en ese sentido, la medicina no ha sido la excepción. Como toda ciencia, ha tomado prestadas de diversos campos –física, química, biología, etc.- herramientas que le han permitido evolucionar y llegar a conocer posibilidades jamás imaginas con anterioridad. Es así que surgió la llamada medicina nuclear, una rama de la medicina que utiliza radiofármacos –agentes radioactivos- para el tratamiento y diagnóstico de enfermedades en los seres humanos.

Por Alonso Pahuacho P.

Pero, ¿Qué son los radiofármacos? En términos sencillos, vendrían a ser medicamentos –orgánicos y radioactivos- que se suministran a cualquier paciente por diferentes vías (intravenosa, oral, etc.) y que contienen un radioisótopo en su constitución. Un radioisótopo es un isotopo radioactivo (isótopo: cada una de las especies de átomos de un elemento químico que poseen el mismo número atómico y distinto número másico). Esto se hace debido a que para poder investigar el funcionamiento de un órgano de cualquier paciente, es necesario que se emplee un elemento químico radioactivo que será susceptible a un seguimiento gracias al color que aparece en el monitor de seguimiento computarizado.

En medicina nuclear, esto permite a los doctores conocer cómo es que está funcionando un órgano y hace posible identificar las posibles anomalías y males que aquejen a cualquier paciente. En nuestro país, es empleado en la terapia del dolor (pacientes con dolores crónicos), diagnósticos de trastornos cardiacos y tratamientos contra el cáncer. Esto último se está constituyendo en una alternativa importante debido a que es posible identificar el cáncer en sus primeras etapas y así evitar futuras complicaciones.

Radiofármacos y Radioisótopos

En el Perú, el único centro que produce y genera agentes radioactivos a favor de la medicina es el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN). Dentro de las instalaciones de planta del Centro Nuclear Óscar Miró Quesada de la Guerra, Racso, ubicado en Huarangal (Comas), se promueve el desarrollo de estos componentes radioactivos que son empleados no solo para el uso de la salud; sino también, para la agricultura al obtener con la radiación variaciones mejoradas de las semillas.

Según estadísticas del IPEN, al año se atienden aproximadamente 60mil peruanos gracias al aporte de la medicina nuclear. La mayoría de ellos son tratados en terapias de cáncer o para aliviarles los dolores en casos de metástasis óseas (cáncer que del órgano se ha propagado al hueso) y que debido a los dolores no pueden tener una vida normal. Es decir, los fármacos también sirven como novedosos paliativos del dolor en casos de personas con enfermedades terminales. Solo ayudan a reducir el dolor, no lo curan. Las dosis pueden variar cada 4 a 6 meses y de acuerdo al agente radioactivo.

Según el ingeniero Santiago Regalado Campaña, director de servicios del IPEN, la amplia gama de productos radioactivos no solo se usa en el tratamiento de los pacientes, sino que además cuentan con un catálogo de productos y servicios en el cual las principales empresas químicas pueden adquirir los agentes radioactivos que necesiten. Es a través de este servicio que obtienen parte de su presupuesto. “Todos nuestros productos son certificados y calificados. Aquí vienen de los sectores industrial, médico, agropecuario. También de los laboratorios e investigaciones y para una serie de servicios especializados”, añade.

Entre los principales agentes que se producen en el IPEN están el Pertecnetato de sodio (99m Tc) –usado para obtención de imágenes del cerebro, tiroides, glándulas salivales- y el Ioduro de sodio (131 I) que sirve para las terapias de cáncer tirideo, adenoma tóxico, hipertiroides. También existen radioisótopos que se comercializan en el mercado como el Iodo 131 y el Samario 153, cada uno empleado para distintos tipos de diagnósticos o análisis sean sea el caso del paciente.

Proyectos a futuro

La innovación tecnológica parece nunca terminar. Por eso, en aspiración de estar siempre a la vanguardia de las últimas tecnologías en el campo nuclear, el IPEN anunció en Junio de este año la instalación de un ‘Ciclotrón’ para la producción de nuevos radioisótopos que servirán para el diagnóstico del cáncer y para el tratamiento de éste, incluso cuando se encuentre en una fase avanzada.

“El ‘ciclotrón’ es básicamente un acelerador de partículas, protones y deuterones -núcleos de hidrógeno pesado o átomos de deuterio-, con un neutrón y un protón., que con la aplicación de un campo de energía eléctrica oscilante y otra magnética, hace que se puedan acelerar los iones girando en órbitas de radio y energía crecientes”, afirma el ingeniero Carlos Sebastián, encargado de la Dirección de Investigación y Desarrollo de la IPEN. Mediante los radioisótopos producidos por esta máquina y al ser inyectados al cuerpo humano, se puede aprovechar esta energía por el Tomógrafo de emisión de positrones (PET) para la realización de diagnósticos clínicos.

Este tipo de tecnología sería la primera de su tipo en el Perú, pero no del continente. Ya en otros países como Brasil, Argentina y Chile se ha venido dando grandes pasos en materia de medicina nuclear realizando estudios con las tecnologías de fusión junto con las Tomografías Computarizadas (CT). Aquí, aunque a paso seguro, recién se empieza.

La tomografía por emisión de positrones (PET) es un proceso de diagnóstico mediante el cual es posible obtener imágenes tridimensionales de los órganos que se está investigando. Estas imágenes tienen la característica de que muestran información dinámica del funcionamiento de los órganos y es posible verificar los procesos bioquímicos que ocurren en cada uno de ellos.

Según Sebastián, el proceso de estudio de factibilidad –análisis de la inversión- en el que se encuentra el proyecto del ‘positrón’ no debe pasar del próximo año. En Julio llegó un experto del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) quien brindó asesoría para la elaboración del referido estudio y opinó favorablemente al respecto.

Ética y medicina nuclear

Si bien es cierto que la demanda de pacientes que se atienden con agentes radioactivos en el IPEN en el Perú no es para nada despreciable, aún existen muchos detractores a tal método de rehabilitación. Incluso muchas denuncias que las instalaciones del IPEN producen cierto tipo de radiación, y que está afecta a los pobladores que viven en los alrededores, especialmente en la planta RACSO donde se producen los radiofármacos.

Otro punto en cuestión es el debate sobre los posibles efectos secundarios que causan los agentes radioactivos en las personas. Por más que se diga que no, cualquier elemento radioactivo va a producir algún efecto en el cuerpo humano. La diferencia está en que los científicos del IPEN saben qué cantidad de dosis es benigna para los pacientes y también todos los posibles efectos secundarios de los componentes con los que trabajan.

Existe la psicosis de la televisión: creer que se trata de algo “radioactivo” y que al mínimo contacto uno se va a transformar en un mutante o algo parecido. Las personas que laboran en el IPEN, y que tienen convenio con el INEN para el tratamiento de pacientes con problemas de cáncer, son altamente calificados y los agentes radioactivos que emplean son certificados por OIEA. No hay de qué alarmarse.

Fuera queda el tema bélico y los agentes de armas biológicas. En un país como el nuestro es difícil pensar en un escenario así. La verdadera implicancia de la ética en la medicina nuclear está en que cada médico debe saber cómo influyen las sustancias radioactivas en el organismo de cada paciente y hacerle conocer sus posibles efectos secundarios. Es responsabilidad de cada individuo someterse al tratamiento o no. He ahí la gran decisión.

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