lunes, 9 de noviembre de 2009

El Huracán que azotó Lima por una noche



“Una herida mortal por cada momento de gloria del que podamos disfrutar” – Enrique Bunbury (El Club de los Imposibles)


Por Víctor Núñez


Un cigarrillo y un café esperaban la entrada del buen Enrique. Muchos amores, muchas decepciones y mucho idilio. Para cuando el ex vocalista de Héroes del Silencio entró al escenario, ya todos sabían que se venía un torbellino de sentimientos encontrados.


El concierto fue programado para las 9 de la noche. A esa hora las colas seguían formándose afuera del Monumental de Ate. Melenudos con cabellos cada vez más largos conversaban sobre lo que sería la velada, al mismo tiempo que destapaban una lata más como para contrarrestar el viento intruso que calaba en los huesos.


Los infaltables re-vendedores te ofrecían por 35 soles ver el sudor de Bunbury de cerquita y tomarle un sinfín de fotos para tu álbum personal que de seguro será publicado en Facebook.


“Peruanos y peruanas, de verdad es un placer estar con ustedes… cabrones” bramó el Huracán a las 9.10 de la noche, para luego darnos la bienvenida al 'Club de los Imposibles', tema que abrió la velada. Y es que todos los presentes teníamos algo de imposibles, aquellos seres que aún se aferran al calor de un amor, a la sensibilidad humana.


Su voz portentosa hacía retumbar a los corazones afligidos y golpeados por un amor que pudo y nunca fue. Hubo un momento que pudimos decir que no, que lo sentimos nos debimos confundir (Sácame de aquí).


La marea humana no dejaba de corear “Enrique” luego de cada canción, mientras se alzaba pancartas y se ondeaban las camisetas blanquirrojas que alguna vez hiciera famosa el “Chorillano” Palacios. La siguiente pista fue “La Señorita Hermafrodita” para el deleite de los más bailarines, quienes se lanzaban al ruedo de la explanada.


¿Vale acaso la pena mencionar que el frío estaba cada vez más presente en pleno concierto y que los estornudos se hacían más frecuentes? No, porque Bunbury se encargó de aplacar eso y más. Las canciones de Bunbury son para el hombre que sufre, el hombre común, el hombre mediocre que siente sus penas visceralmente.


Temas como “Canto (el mismo dolor)” incentivaron a un coro de los asistentes generando una sentimiento melancólico entre los asistentes, al mismo tiempo que, cual concierto noventero, se encendían los celulares en un mar de lucecitas blancas.


Como dicen, el Perú tenía una herida de 13 años con este cantautor. Una deuda para ser más exactos. Fue este lapso de tiempo en el que Enrique se ausentó del suelo peruano, después de tantos avisos que anunciaban su regreso. “Pero para nosotros hoy es un día feliz, hoy es un día en el que nos quitamos una espina” afirmó el cantante de “Apuesta por el Rock and Roll”, uno de sus himnos más ovacionados.


Como todo fenómeno que viene y arrecia, este Huracán se fue dejando un caos y desconcierto total. Los riffs atronadores de las guitarras eléctricas se callaban a medida que Enrique decía: “Muchas gracias a todos. Hasta siempre” en tres ocasiones. El epílogo se dio para el goce de la gente con “La Chispa Adecuada”, de su época en Héroes del Silencio.

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