lunes, 16 de noviembre de 2009

La Ley de la Selva

El narcotráfico no solo es lavado de dinero y maniobras de triangulación, también tiene repercusiones que no se perciben a simple vista: los impactos del cultivo de la hoja de coca en el medio ambiente. Deforestación, depredación de suelos, contaminación de las aguas y pérdidas económicas son solo algunos de estos daños que paulatinamente vienen convirtiéndose en graves problemas para nuestro país.


Por Alonso Pahuacho P.


El cultivo de hoja de coca ha sido una actividad de tradición milenaria en nuestro país. La hoja ha sido declarada patrimonio cultural en Cuzco y en Huánuco, donde se promueve su cultivo en zonas tradicionales. Sin embargo, muchas veces el cultivo de la hoja deja de restringirse a los límites de lo ‘tradicional’ y se convierte en bastión del narcotráfico, el cual se aprovecha de los territorios y pobladores para operar a su libre albedrío.


Todos los años se produce una importante migración de pobladores de las zonas alto andinas (de Ayacucho mayormente) hacia las tierras cocaleras. Esta gente es de condición muy humilde, casi sin educación. Es por ello que son captados por los narcotraficantes para inducirlos a cultivar la hoja de coca e invadir cientos de hectáreas de la selva.


Contrario a lo que muchos creen, del total de campesinos dedicados al cultivo de hoja de coca, el 70% son migrantes de la sierra mientras que el 30% restante lo constituye gente nativa de las zonas de la selva. Los cultivos de coca se desarrollan en tres tipos de suelos: tierras de protección, forestales y agropecuarias. Las tierras de protección concentran el 24% del cultivo total de coca y se caracterizan por la inestabilidad de la tierra y el peligro al deslizamiento de piedras. Las tierras forestales se llevan el 66% del cultivo; aquí solo deben desarrollarse especies forestales (árboles) debido también a la peligrosidad de desprendimiento de sus suelos. Finalmente están las tierras agropecuarias que corresponden a tierras de las planicies aluviales donde se puede hacer cualquier tipo de agricultura. Estas concentran el 10% de coca restante.


“El impacto más fuerte es la deforestación. Hemos estimado que se han deforestado 2,5 millones de hectáreas en los últimos 40 años solo para cultivos de coca”, comenta el ingeniero José Isla, de la Gerencia del medio ambiente de DEVIDA. En total, el área de hectáreas deforestadas en nuestro país suma 7,5 millones. Esto se debe a que también otras actividades agrícolas degradan el suelo en proporciones de casi 5 millones.


Según señala Isla, con la deforestación se elimina la flora y fauna silvestre, interrumpiéndose el ciclo biológico. También existe preocupación respecto a la quema de tierras deforestadas. Los cocaleros queman las tierras para evitar la labranza del suelo y todo el CO2 originado agrava el cambio climático.


“Todo el CO2 tendría un valor de 2500 millones de dólares ya que podría venderse a los países europeos como bonos de carbono, además el suelo orgánico tiene una fertilidad natural por el humus (sustancia que proviene de desechos orgánicos) pero cuando se quema no vale nada”, añade.


Los bonos de carbono son uno de los tres mecanismos para la descontaminación del medio ambiente establecidos en el Protocolo de Tokio. Ofrece incentivos económicos a las empresas que ayuden a la mejora de la calidad ambiental, considerando la emisión del CO2 como un bien canjeable y dándole un precio que establece el mercado.


Desiertos en la selva


Cuando un bosque se encuentra en perfectas condiciones, tiene cerca de 900 toneladas de biomasa (el peso de todas las especies naturales y animales), pero cuando se deforesta se pierde todo. No solo se trata de la importancia de la selva en sí, sino que también se pierden importantes cantidades de madera, carnes, frutos, especies ornamentales, etc.


Al ser deforestadas grandes áreas de bosque, ya no tienen el ‘efecto paraguas’: ya que no hay hojas en las copas de los arboles que protejan los suelos, estos se deslizan causando aludes y huaycos que llegan hasta las carreteras.

También se afecta el suelo. Un estudio de la Universidad de la Selva de Tingo María ha determinado que debido a la erosión pluvial (la acción de los deslizamientos sobre la superficie terrestre) se pierden anualmente 40 toneladas de hectáreas de esos suelos.


Aunque parezca inverosímil, en la selva también hay desiertos. Esto se debe en gran medida a la particularidad de la planta de la coca, la cual solamente puede volver a sembrarse en el mismo suelo hasta un máximo de 5 años. Luego de este periodo esas tierras quedan estériles para cualquier clase de cultivo y los cocaleros se van en busca de nuevos suelos. Para cultivar una hectárea de coca, se destruyen 3 de bosque.


Además un factor importante es la poca capacidad de absorción de agua por parte de la planta de la coca. “Mientras que una hectárea de bosque absorbe 700 toneladas de agua por hectárea, las plantas de coca no pasan de 100 toneladas. Así se va secando el suelo ya que no se produce la misma equivalencia de humedad”, explica Isla.


Limpiando la casa por dentro


Muchos de los problemas actuales en lo referido al narcotráfico y a su impacto en el medio ambiente empiezan desde los mismos centros de control interno: las entidades del Gobierno encargadas de velar por la seguridad y bienestar del país. Existe mucha corrupción en todas las rutas que siguen la droga y el dinero procedente de ella. Malos funcionarios que se hacen la vista gorda dejando pasar ‘merca’, policías que no vigilan lo que deben, políticos y hasta congresistas pro cocaleros hacen de esta situación una tarea que se entrampa con el correr de los años.


Es tarea del Estado ejercer un mayor control en todos los posibles intentos de corrupción. Así, se garantiza que no se siga destruyendo el medio ambiente por el narcotráfico a la vez que de fomentan políticas alternativas que puedan sacar a los campesinos de las zonas cocaleras de la miseria en la que viven. Porque si se cree que el narcotráfico enriquece a los agricultores se está cayendo en un error: los únicos que se llevan todo el dinero son las mafias que hasta la actualidad siguen operando bajo la pasividad de las autoridades. Para presumir de grandeza ante el exterior, primero debemos limpiar la casa por dentro. He ahí el inicio del verdadero cambio.


Los insumos químicos: asesinos de ríos


Lo preocupante de la situación es que la mayoría de los campesinos que cultivan la hoja de coca no se quedan simplemente con el proceso de recolección, sino que importan insumos químicos para la producción de droga: fabrican pasta básica de cocaína.

Para la elaboración de esta droga se necesitan 4 tipos de insumos: combustibles (kerosene, petróleo, gasolina), ácidos (clorhídrico, sulfúrico), bases (hidróxido de sodio, carbonato de sodio) y sales (permanganato de potasio, cloruro de amonio). Actualmente, se utilizan 23 millones de litros anuales de estos compuestos para la elaboración de pasta.

El principal impacto que tienen estos insumos es la contaminación del agua. Una vez terminado el proceso de maceración de la hoja de coca –la cual es realizada por los niños-, los residuos de los insumos son echados al directamente a los ríos, convirtiendo su agua en tóxica. “En un análisis del agua, DEVIDA ha encontrado que las aguas del VRAE tienen 10 veces más cadmio que el límite permitido para consumir agua potable, por ello la mayor parte de la gente nativa está contaminada”, señala con preocupación Isla.

Según la EPA (Agencia de Protección Ambiental), el límite máximo permisible de cadmio en el agua potable es de 5 ng/L (ppb). Además ésta agua no solo afecta a los nativos que la consumen, sino también a las especies marinas ya que sufren un proceso de bioacumulación: se acumulan las toxinas de los insumos químicos vertidos en el agua dentro del organismo de los peces y las plantas, contaminándolos.

Al respecto, la oficina de Recursos Hídricos de la Dirección General de Salud (DIGESA) ha informado que hasta el momento no se conoce con certeza el impacto de los ríos sobre la salud humana, debido a la escasez de información. “Debido a que esa actividad (la elaboración de pasta básica de cocaína) se realiza en lugares muy apartados y despoblados, no hemos podido aún detectar casos específicos en alguna persona”, señaló Walther Fajardo, jefe de Recursos Hídricos.


La ruta de las mafias del narcotráfico


La importación de insumos químicos es legal. Sin embargo, cada año las mafias de narcotráfico crean empresas ‘fantasma’ con el propósito de comprar estos insumos en forma legal y luego desviarlos a la selva, a los lugares de las plantaciones. Según explica Isla, una forma de controlar más a estas mafias es la implementación de la ley de insumos químicos, la cual existe pero no opera de manera eficiente. Esta ley determina qué insumos son controlados por el Estado.

En la realidad, primero hay un control aduanero, luego del Ministerio de la Producción ya que todos los insumos son para la industria. En tercer lugar viene un control policial el cual se encarga de verificar que las cantidades que se soliciten correspondan a lo que llega para las empresas. Sin embargo, cada una de estas instituciones maneja su información de manera independiente.

“Todavía hay dificultades para que el sistema este funcionando ágilmente. Se está trabajando en ello, pero no es fácil porque aduanas hay en muchos lugares del territorio (Iquitos, Tumbes, Tacna, Callao, Paita, Puno) y la PNP tiene gran cantidad de oficinas regionales. Son tantas las entidades y dispersas por todo el país que es difícil establecer un flujo en tiempo real de toda esa información”, apunta José Isla.

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