lunes, 9 de noviembre de 2009

La jarana es en la iglesia

Por: Claudia Fernández Barreto

Sincera confesión. Lejos de las peñas, María Obregón, criolla de antaño, ha elegido morir a la vida bohemia y vivir para quien le dio una extraordinaria voz. La cantante de música peruana es ahora miembro de una iglesia evangélica y junto a su esposo, el guitarrista Jorge Caballero, ha decidido contar cómo Dios transformó sus vidas y restauró su matrimonio.


"Hola, buenas noches, ¿cómo están? Esta noche he venido para contarles un poco de mi vida. No sé si ustedes lo saben pero durante muchos años yo le canté al amor, a la música criolla, al Perú. Yo vivía del arte, de la música y canté casi toda mi vida. Muchos de ustedes deben haber oído esta canción. A ver si la recuerdan”.

La guitarra de Jorge Caballero da la pauta para que el cajón marque el ritmo y su esposa empiece a entonar “Y se llama Perú”, tema que compuso Augusto Polo Campos a pedido del presidente Juan Velasco en el año 1974 (y que la gente canta ‘a voz en cuello’ cada vez que hay un partido de fútbol o está lejos del Perú).

Así comienza María Obregón sus presentaciones en algunas iglesias cristianas (aunque también las hace en lugares no religiosos). Con una voz prodigiosa y un dominio de escena que refleja sus años de experiencia, logra captar la atención de los asistentes, quienes aplauden siguiendo –de manera inconsciente- los tres tiempos del vals.

“Yo conocí a Jorge cuando era músico del conservatorio; yo cantaba y él me acompañaba; y así vivíamos jaraneando en las peñas, yendo de un lado para otro, a todos los lugares que nos invitaban y disfrutando de la música. Por ejemplo, uno de los temas que solía presentar es este que grabé en 1980”.

La letra que dice “quiero, vida, que comprendas que nuestro cariño es tan puro como el alma de inocente niño, que yo soy solo de ti y tú eres para mí la vida, la luz y el amor”, y que todo buen criollo debe conocer, hace suspirar a más de uno. Algunos optan por entonar a su manera el tema y recordar aquellas épocas donde el criollismo estaba en su apogeo.

El propio Erasmo Díaz, compositor de “Sincera Confesión”, dijo que María había logrado compenetrarse tanto con la letra, que la cantó con la misma dulzura con que él la había escrito. Este tema, uno de los más importantes en la carrera musical de Obregón, fue grabado con el acompañamiento musical del maestro Pepe Torres.

“Y bueno, cuando yo me casé estaba, pues, recontra enamorada. Sentía que quería a Jorge con toda mi alma. Ustedes saben que cuando uno se tiempla, se olvida del resto, de todo. Yo dejé mi casa para unirme a él. Y recuerdo que había un tema que yo le cantaba mirándolo a los ojos, y cuando lo hacía mi papá me decía ‘oye, ¿tú estás enamorada, no?’”

Entonces, María, con su voz melodiosa y agudo timbre, lo mira y le canta.

“Desde hace tiempo enamorada estoy de un cariñito que es mi gran felicidad… Cariño de mi vida, cuánto tiempo te he esperado, cuántas noches he soñado tenerte junto a mí; hoy llegas a mi lado como una bendición, jamás te apartes tú de mi corazón”.

La gente se estremece: tanto la voz como la mirada son dulces. Caballero sonríe; quiere hacer un gesto, como si se tratara de la primera vez que ella le dedica esa letra. En ningún momento, sin embargo, pierde de vista sus propios dedos, que se posan sobre los angostos trastes de su guitarra Falcón.

María y Jorge tienen dos hijos, ambos músicos, que residen en Estados Unidos. Eitor, el mayor, es pianista, está casado y tiene una pequeña de 8 años. Coco, casi idéntico a su padre, es uno de los tres mejores guitarristas del mundo –acaso el mejor en música de cámara-. Su esposa es violinista.

“Pero luego de algunos años viviendo juntos, luego de problemas y fuertes discusiones, nos dimos cuenta de que el amor se había acabado, que no podíamos seguir. El amor que describían las canciones se había terminado. A pesar del dolor que sentían nuestros hijos al vernos en esa situación, decidimos separarnos. ¿Y saben qué? En ese momento, cuando ya la relación se había quebrado y ya no había amor ni cariño ni respeto entre nosotros, entendí que uno no puede dar de lo que no tiene. Yo estaba queriendo a mi manera, de una manera egoísta… porque no tenía el amor que sólo Dios puede dar”.

De pronto, una pista que no contiene acordes ni melodías criollas, más bien algo parecido a una balada, empieza a sonar. Mientras comienza la canción, María dice que solo Jesucristo pudo cambiar su carácter, su vida. Que solo Él restauró su matrimonio e hizo que ella y su esposo conocieran el verdadero amor.

“Gracias, Señor, por el padre de mis hijos; gracias, Señor, por la vida y el amor… Somos dos para toda la vida, somos dos dependiendo del Señor, somos dos renaciendo cada día, somos dos en un solo corazón”.

La letra es parte de uno de los temas más conocidos de su repertorio de música cristiana, porque ahora los esposos Caballero-Obregón no graban temas criollos. Ellos producen temas cristianos. Ya tienen cuatro producciones: la primera del año ‘92 y la última del 2006. Han viajado al exterior y han cantado en varios departamentos al interior del país.

Atrás quedaron las épocas donde María Obregón cantaba en televisión (cuando era famosa y evitaba comer para no aparecer con algunos kilos demás ante cámaras). Épocas en las que conoció todos los ‘huecos’ que engendraron el criollismo, rincones donde la fiesta se vivía día y noche, sin parar, sin descansar; y donde corría de todo. Donde al final solo le quedaba una pena, un vacío que ni siquiera la música podía llenar.

María cuenta, con su hablar campechano y simpático, que, para ella, la jarana ya no está en las peñas sino que consiste en una vida de comunión con Dios, en hacer todos los días su voluntad, amando a su esposo e hijos y cantándole al único que pudo cambiar su manera de vivir.

En ocasiones, Pepe Torres, que también es cristiano y congrega en una iglesia evangélica, acompaña a los esposos en algunas presentaciones. Él también da su testimonio y dice que está agradecido a quien le dio la vida.

“A ver Pepe, ¿tú eres feliz en tu matrimonio? Cuéntale a la gente cómo cambió Dios tu vida”. El maestro Torres, con su hablar lento y su temperamento parco, reconoce que Dios transformó su vida y la de su familia. “Claro que mi vida ha cambiado: cada día vivo más enamorado de mi esposa”, dice el guitarrista.

La voz de María no solo ha gustado sino que ha marcado en la vida de muchos: en una entrevista, la intérprete de “Estoy enamorada de mi país”, Eva Ayllón, reconoció que Obregón fue el motor que la impulsó a cantarle al Perú.

María Obregón grabará, dentro de poco, su próximo CD. Junto a su esposo está dando los últimos toques a esa producción, que incluye temas -algunos de corte andino- compuestos por ella misma. Como toda madre, y a pesar de que Coco estuvo este año en Lima, espera ver a sus hijos muy pronto.

Piensa que la vida que ha elegido seguir -lejos de la pompa, las peñas, amanecidas y las ‘andanzas’ bohemias- es la correcta. Para ella el sentido de la vida lo encuentra solo en Dios. Al fin y al cabo sabe que esa voz Él se la dio.


1 comentario:

  1. Excelente como encontrar a Dios nos cambia la vida y desaparecen todos los pesares y melancolías. Felicito a esta insigne artista que logró reencontrar el camino de la felicidad. Muchas veces tenemos que dar dos pasas atrás para encontrar el camino correcto.

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