martes, 15 de septiembre de 2009

“Cuando ponen una cámara en frente mío soy feliz”

Por: Ronald Cotaquispe

El productor de teatro Alex Otiniano, célebre por aderezar las tablas con lujuriosos bustos, voluptuosas posaderas y lisuras del más alto calibre, ha cumplido 49 años de vida. Pero hace sólo una década atrás que inició su carrera, como la conocemos hoy, el siempre controvertido, pugnas y vilipendioso creador de ‘Baño de mujeres’. ¿Qué secretos guarda tras de sí este inusual personaje de la farándula?

Al encender le televisión un lunes por la noche, me entero por las cámaras de Magaly TV que a pocas cuadras del Parque Kennedy se estuvo dando rienda suelta a una parranda bulliciosa y efervescente, pero que conserva algunos aires de sobriedad, pues para el dueño del santo es menester guardar cierta compostura debido a su mal estado de salud.

Sé por los periódicos que Alex Otiniano es portador del VIH y que además padece de insuficiencia renal, una enfermedad que provoca el mal funcionamiento de los riñones, evitando que se eliminen correctamente sustancias perjudiciales para la sangre, a través de la orina. El primer malestar es la secuela que le dejó un romance que tuvo con capitán de la Marina, y el segundo, que le ha causado más angustia debido a los tratamientos, se lo debe a la herencia genética de su padre, quien murió en el 87 víctima de este padecimiento.

Al respecto, un dato interesante llama mi atención. Cuando Alex se enteró de aquella noticia se encontraba ensayando una obra en el Teatro Arlequín. No mostró la más mínima señal de aflicción y sólo se limitó a sentenciar: “Tiene lo que se merece”. No había duda de que estaba ante un personaje fascinante.

Alex acepta mi entrevista de muy buena gana y sin poner condiciones, y la fecha pactada me recibe muy cordialmente en su casa. Vive en un edificio grande de tres pisos que aún guarda retazos de la época colonial. Al empezar la entrevista, la primera pregunta que viene a mi mente es sobre su infancia y la relación con su padre.

“Mi padre era un hombre muy machista, que aparte de mi mamá tenía otras familias. De padre y madre somos ocho hermanos, pero de padre somos como 28, porque paraba de allá para acá, por todos lados”, me contesta.

Alex vivió en una sociedad marcada fuertemente por el machismo y el conservadurismo, que guardaba aún ciertos formalismos típicos de épocas señoriales; tanto así que para salir a una matiné había que cumplir toda una serie de requisitos. Por entonces vivió en la hacienda de sus abuelos en Trujillo, lugar adonde fue trasladado desde su natal Cajamarca, cuando apenas era un niño pequeño.

Ya para ese entonces su familia le tenía preparado un futuro promisorio: iba a ser cura y administrador de empresas. Pero ellos ignoraban que el pequeño Alex ya portaba algunos rasgos que marcarían su futuro farandulero.

−¿Cuándo fue que descubrió que era homosexual?−pregunto.

−Entre los cinco o siete años−contesta.

Alex es bastante abierto y no muestra ni una pizca de inquietud al relatarme el temprano descubrimiento de su opción sexual: “Yo me daba cuenta que me gustaban mucho los chicos, que me atraían los muchachitos, que me gustaba andar con mis amiguitos. Quería estar con ellos aunque no sabía lo que eso significaba”.

Alex fue bastante apegado a la religión y las costumbres católicas, al punto de convertirse en monaguillo. Se dio cuenta que aquella atracción que sentía hacia sus compañeros no era “lo correcto”, pero no podía evitar sentir una ligera excitación con los roses y los abrazos que se daban mientras jugaban.

Consternado por su situación, intentó enderezar su sexualidad saliendo con chicas y yendo a prostíbulos, pero todo fue en vano. Las mujeres no le provocaban ningún placer. Todo era una cosa muy mecánica, muy sosa. El sexo con prostitutas se consumaba con rapidez y sin deleite.

Alex estudió en la Gran Unidad Escolar José Faustino Sánchez Carrión de Trujillo, donde tuvo sus primeros sus primeras experiencias afectivas. Una vez acabado el colegio, fue a estudiar a Administración en la Universidad Particular de Trujillo. Sus padres eran propietarios de un restorán y querían que Alex se hiciera cargo del negocio, pero él, disconforme con esta decisión, optó por dejar la carrera sin haber culminado ni el primer ciclo y dedicarse de lleno al teatro, lo que le costó la separación total con su familia: “Tuve un gran problema con mis padres porque había abandonado la carrera sin que ellos se enteraran, y es por eso que me dijeron: ‘tú quieres hacer teatro, ve cómo solucionas tu vida’”.

Sé por anteriores entrevistas que Alex inició su carrera en el teatro gracias a una pareja que lo introdujo en el ambiente artístico por seducción. La identidad de este personaje es un misterio, y sólo en una publicación de Internet encontré una mínima referencia a su persona: Yuri, la primera pareja formal Alex.

Ambos se conocieron en un concurso de baile en Pacasmayo. Alex presentó un número imitando a John Travolta y Yuri apareció interpretando a varios de los cantantes del momento, como Jimmy Santi, Homero y Camilo Sesto. Luego de las presentaciones hubo una fiesta y ambos asistieron. Hubo química desde la primera vez que se vieron. Empezaron con una jovial e inocente tertulia y terminaron practicando los más apasionados contactos carnales. Pero no fue tanto el amor sino los negocios lo que los mantuvo unidos. Ambos presentaron un número en conjunto. Alex y Yuri aparecían como John Travolta y Olivia Newton, la afamada pareja de la película Grease. El número empezaba con los dos bailando en el escenario y terminaba con ellos recostados en la cama, como si fueran una pareja de recién casados.

−¿Y dónde está Yuri ahora?−pregunto.

−Ahora me llama a veces para saludar−contesta−. Él es casado y tiene tres hijos. Es coreógrafo. Se ha dedicado mucho al alcohol, porque no ha encontrado su definición sexual, porque la oculta… es el caso típico que llaman en broma ‘no salió del clóset’.

Alex reveló su homosexualidad al mundo en una conferencia de prensa en el 2000. Ne esos tiempos las cámaras de televisión lo asediaban y se empezaba a especular sobre sus salidas con otros hombres. Él decidió poner fin a las habladurías al declarar abiertamente que es gay: “Al revelar mi opción sexual, al vivir mi vida libremente, me he quitado un peso de encima. Ha sido como una terapia. Todo el mundo sabe cómo soy. No tengo que darle explicaciones a nadie”.

El primer acercamiento de Alex con la farándula fue en la revista de baile ‘Locos y Locas’, que dirigió Efraín Aguilar por el 84. Alex se vio obligado a dejar sus estudios en la Escuela de Teatro de San Marcos y participar en este tipo de espectáculos debido a que su familia le había quitado el apoyo económico. Aquella fue la primera vez que el productor de ‘Baño de mujeres’ se vio inmerso en el mundo de las vedettes, las lentejuelas y las estrellas de “dudosa reputación”. Compartió el escenario con figuras como Paco Ferrer, Analí Cabrera, Coco Marusix, ‘Chibolín’ y Teddy Guzmán.

Pero, contrario a lo que podría pensar uno, Alex despreció aquel ambiente que ahora se dedica tanto a promover. Repudiaba la frivolidad de los shows, donde lo único importante eran los atributos despampanantes de las vedettes y el humor provocado por las danzas amaneradas de los bailarines hombres. Sobre este último punto Alex se detiene un momento para hacerme una aclaración: “Para mí que seas gay no es que andes con mariconadas, que estés vistiéndote como una mujer o que quieras parecerte a una mujer. Yo no comparto esa idea. Yo soy gay pero no tengo por qué imitar o querer parecerme a una mujer”.

La primera disputa verbal farandulera que tuvo Alex fue en ‘Locos y Locas’. A pocos minutos de empezar un show, Nancy Cavagnari, la vedette del momento, llama a los bailarines hombres a tomar sus lugares en el escenario:

−Ya, suban los maricones a bailar. Oe’, tú, maricón, ¿por qué no sales a bailar?

Y no contento con esta afrenta, Alex arremete del modo que ya le es característico:

−Porque yo tengo un nombre. ¿Acaso yo digo voy a bailar con la puta, la perra que está arriba?

“Yo era un empleado y ella la figura, pero aún así no dejé que me faltara el respeto”, comenta Alex, y luego sorbe una tasa de anís mientras yo lo escucho atento. A pesar del impasse, continuó trabajando para la revista de baile. Efraín Aguilar le pidió que se quedara pues era bueno en lo que hacía, pero Alex se retiró apenas culminó su contrato de tres meses.

A partir de ahí, el nombre de Alex Otiniano no volvió a escucharse por el mundo de la farándula hasta el 2000, cuando las cámaras de Magaly TV llegaron a la puerta del Teatro Canout para cubrir un incidente de esos que aparecen en las páginas de espectáculos de los diarios. Horacio Paredes, socio de Alex en el montaje de ‘Baño de mujeres’, había llevado policías para exigirle que le devuelva la escenografía de ‘Baño de hombres’. La obra había sido un fracaso, y Horacio terminó endeudado con Alex, por lo que le dejó la escenografía como forma de pago.

Alex apareció en varios canales de televisión y diarios ofreciendo entrevistas. En ese momento se encontraba produciendo ‘La jaula de las locas’. De pronto la taquilla subió como por arte de magia. Todos querían ver la obra, y eso era gracias la resonancia mediática producto del escándalo, ese atractivo con aire pecaminoso. Desde entonces vemos pululando en las tablas a vedettes, modelos, bataclanas y porristas, con el sello inconfundible de Otiniano.

‘Baño de mujeres’ se convirtió en la obra teatral más taquillera del Perú, que permaneció más de siete años ininterrumpidos en la cartelera. Pero esto no había sido posible sin la sazón que sólo Alex sabe darle a los entretelones de su obra: “Si hay un escándalo dentro de la obra, yo lo promociono. Y si puedo inventarlo, lo invento… como que Farid (Ode) está agarrando con la Mercedes Vela, que Mercedes se está agarrando a trompada con Anelhí y que tuve que separarlas... Todo eso adorna, hace que la prensa le ponga interés.”

Cuando Alex menciona el nombre de Anelhí Arias, no evito pensar en la pelea que se armó entre ellos, cuando en el 2007 el productor dijo que la sacaba del elenco por estar “vieja, gorda y fea”. Pero eso no era nada comparado las palabras que tuvo para Mariella Zanetti. Alex apareció en el programa Lima Limón, afirmando que ella se acostaba con el presidente Toledo a manera de transacción comercial.

−Me acuerdo que con Mariella Zanetti tuvo un pequeño desencuentro−comento.

−Claro, porque ella me dijo que tenía un hermano que era caficho, y yo dije “sí, debe ser, y tú trabajas con él. Tú debes ser una de las más caras”, porque la prensa empezó a decir que el presidente Toledo salía con una vedette, y que yo decía que ella era la vedette. Y ella sin preguntar se lanzó contra mí.

Luego de responder, y previniendo otras preguntas similares pero con los nombres de otras víctimas de su verborrea, Alex lanza todo un discurso acerca de cómo sobrevivir en el mundo del espectáculo: “Es una selva la farándula. Te quiere desaparecer, el más grande pisa al más chiquito, y a mí no me van a desaparecer. Y me tuve que defender con uñas y dientes… Tuve muchos problemas con gente del ambiente artístico y no me he dejado pisotear. Han hecho que me cree una coraza y una imagen de pleitista, porque yo me voy con todo, no tengo remordimientos. He aprendido a defenderme. Me han obligado a ser así”.

Éste es Alex Otiniano que todos conocemos, el afamado productor teatral que ha traído la concupiscencia a las tablas y que ha hecho de cómicos ambulantes y mujeres con prontuario, actores y actrices. ¿Pero qué fue del Alex que estudió en la Escuela de Teatro de San Marcos, aquel que se le arremolinaba el estómago con las extravagancias de ‘Locos y Locas’?

Cuando Alex dejó la revista de baile de Efraín Aguilar, conformó la asociación cultural El Globo Teatro y se dedicó a la producción de obras para niños. No tuvo mayor suerte. Hasta la década del 80, Lima había sido testigo de un “boom” de obras de teatro. Era común ver producciones por todos lados y la gente asistía a las funciones. Pero todo acabó con la llegada del terrorismo a la capital, que detuvo las aspiraciones de varios dramaturgos, incluido Alex. Las únicas entidades que soportaron el mal momento fueron Oswaldo Cattone y la Universidad Católica.

Me cuenta que aprovechó esas épocas para viajar a Broadway, la meca del teatro mundial. Tuvo oportunidad de ver obras como ‘El fantasma de la ópera’, ‘Cabaret’, ‘La bella y la bestia’. Cuando me relata sobre su estancia allá, noto algo de resignación sus palabras: “La primera vez que estuve en Broadway yo lloraba porque pensaba: ‘¡Qué mierda con él Perú cuando el verdadero espectáculo está en Broadway!’. Pero, bueno, vine acá decepcionado y dije: ‘Bueno, el Perú es otra cosa, es un país subdesarrollado’”.

−¿Y al estar ahí y ver las obras no sintió el deseo de quedarse?−pregunto.

−Sentí nostalgia por haber nacido en el Perú, porque quiero mucho a mi tierra. Quiero a mi familia y a mi país. Dije ‘porqué no nací aquí’, pero no, regresé.

−¿Por entonces qué obras estaba haciendo?

−‘Cuarenta quilates’ con Ivonne Fraysinnet. Empecé a hacer una obra que se llamaba ‘Loca Amanda’ con Ivonne y Hernán Romero, que fue un fracaso cuando vine. Luego puse ‘Happy Birthday Broadway’, una recopilación de los mejores musicales de Broadway, que también fue otro fracaso. Entonces opté por hacer ‘Baño de mujeres’ y ‘La jaula de las locas’ y fue ahí donde me empezó a ir bien.

−Pero una crítica que le hacen es que uno va a ver ‘Baño de mujeres’ para ganarse con los senos de las mujeres.

Efectivamente. Un gancho es el desnudo. Y si a ese desnudo le sumas una buena obra con un buen argumento, la gente va. Es más, yo estoy convencido de que la gente sabe lo que es teatro por mi persona−Alex da golpeteos en la mesa, cerca de la grabadora−. Veían una buena obra con buenos actores y también veían el desnudo que querían ver, y luego decían: ‘oye, qué bacán, qué bonito que es el teatro’. He ido formando gente para el teatro de la forma más vulgar, de la forma más sensual, pero es gente que va a volver al teatro.

−¿Pese a que al inicio, en ‘Locos y Locas’, usted tuvo una renuencia a ese tipo de obras?

−Así es. He aprendido a convivir con ese tipo de obras. Al principio lo rechazaba, pero la necesidad me ha hecho mediático, pero yo no estoy involucrado ahí, trabajo en eso, pero no me involucro. Sí salgo con gente mediática, pero no estoy en reuniones chupando o fumando. Ahora más que nunca porque he optado por una mejor calidad de vida por mi propia salud. Soy de la farándula, pero no me alterno, no me mezclo con ellos.

Alex Otiniano ha hecho del escándalo una empresa para que la gente asista a ver sus espectáculos, para hacerse de la fama y sobrevivir a la inclemencia de la farándula. Actualmente ha dejado de lado las obras indecorosas para volver a hacer teatro para niños. Desde hace un mes ha puesto en escena ‘El mago de Oz’ junto con Analhí Cabrera, en Chorrillos, y pronto piensa estrenar ‘El principito’ en el teatro La Mueca.

Por último le pregunto si alguna vez hubiese querido formar parte de los círculos culturales de Lima, y él responde:

−Cuando yo terminé la Escuela de Teatro fui a Yuyachkani, pero no me encontré porque no era lo mío. Yo quería ser un productor, un actor conocido y que pueda vivir bien, y lo he logrado. Jamás he tenido sueños de pertenecer a grupos de la Católica, a los grupos culturosos. Eso no es lo mío porque no me interesa. A mí me gusta la farándula, me gusta el escándalo. Cuando ponen una cámara en frente mío soy feliz.

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