lunes, 14 de septiembre de 2009

Una inyección de esperanza infantil

Por Fátima Flores

Pelo Madueño Estuvo en Arequipa y dio sorpresa a niños trabajadores, cuando los visitó el colegio José María Arguedas, beneficiario del programa Proniño de la Fundación Telefónica

En el Perú, la educación infantil parece no ser cosa seria. El último informe del Sistema de Información Regional sobre Trabajo Infantil (SIRTI), revela que en la actualidad son cerca de 2 millones los niños que trabajar y gran parte de ellos dejan la escuela para buscando la oportunidad de obtener dinero.


Lamentablemente, muchos de estos niños no encuentran o no tienen otra alternativa que salir a las calles a vender sus ilusiones y esperanzas. El fin de semana pasado estuve de visita en Arequipa y aquí me encontré con el irreverente Pelo Madueño quien estaba a puertas de realizar un concierto como clausura de las fiestas por el 152 aniversario de la “Ciudad Blanca”.

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Me llamó la atención que Pelo, incluyera dentro de sus actividades la visita a un colegio de educación primaria, José María Arguedas, pues no encontraba mucha relación entre esta visita y el concierto.


Sin embargo él me contó que su visita a este colegio era parte del programa Proniño de la Fundación Telefónica, por el cual él llegaba a compartir con estos niños su experiencia como artista y a brindarles un momento de felicidad.


En este lugar, gran parte de los niños, pasan sus días entre las clases y el trabajo que realizan buscando ser un apoyo más en su hogar. Según nos detalló el presidente de la ONG CEDER, Oscar Ordoñez Palomino, el 35% de ellos vive en familias disfuncionales, ya sea con su padre o madre.


Si algo llamó mi atención, fue ver la experiencia que Pelo y los niños se llevaron esa tarde del 28 de Agosto. Me acerqué al extravagante artista y me aseguró que esta fue una experiencia única, “compartir con los niños y contestar todas sus preguntas era algo que en definitiva nunca olvidaré”


Lo curioso de todo esto, es que cuando Pelo llegó, junto con el vocalista de una banda de rock local llamada Apuman, los niños estuvieron tranquilos y es que muchos –por no decir la mayoría- no los conocían. Sabían que ambos eran cantantes, pero no sabían mucho de su recorrido musical.


Sin embargo, a penas Pelo se dirigió a ellos, pude observar algunas sonrisas, unos se mostraban tímidos por las cámaras de los periodistas que los enfocaban, otros en cambio jugueteaban y sacaban sus más jocosas muecas.


Debe ser extraño para ellos, ver luces enfocándolos y extraños intentando acercarse, mientras que en su día a día la historia suele ser muy diferente. Intenté acercarme y no quisieron hablar, intenté preguntarles si les gustó la visita que les estaban haciendo; algunos alcanzaron a mirarme de reojo y decirme que sí, que se encontraban felices, pero la mayoría huyó apenas acercaba el micro.


Sin embargo intenté descifrar qué significaba esto para ellos, y no fue necesaria ninguna respuesta, pude notarlo en sus ojos y en esos dientecitos medios amarillentos que se dejaban mostrar de par en par.


Estaban contentos, no por quién había venido a visitarlos, sino tan sólo por el hecho de que estén ahí, los visiten, conversen con ellos y los hagan sentir parte de esto que llamamos sociedad.


El presidente de CEDER, que está a cargo de los colegios que son beneficiarios del programa Proniño de la Fundación Telefónica, nos contó que “en principio los niños veían estas iniciativas como un regalo y ahora lo ven como una oportunidad. Una oportunidad de mejorar, de un futuro mejor, de que ellos sean vistos y reconocidos”.


La tarde se acababa y Pelo tenía que dejar el colegio, era la hora de los autógrafos y todos se abalanzaron sobre él. Ese día se fue del colegio José María Arguedas, pero algo me dice que se quedó en la mente de todos los niños que tuvieron la oportunidad de compartir con él.

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