lunes, 28 de septiembre de 2009

¿No hay 130 malo?

Por Fátima Flores

Desde el 2011 regirá ley 29492 que indica serán 130 y no 120 los congresistas de la República

La desaprobación del parlamento peruano supera el 60% de disconformidad de los ciudadanos. Esto, debido a los inacabables escándalos y casos de corrupción en los que se ven envueltos nuestros conocidos parlamentarios.

Pese a la controversia que trajo consigo la ley 29492 fue modificada para que el Congreso de la República aumente su número de 120 a 130 congresista. Gran parte de los peruanos está disconforme con esta decisión y piensa que será más de lo mismo. Pero démosle una vuelta a este alborotado tema, que trae loco a más de uno.

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La discusión y defensa principal en este tema ha sido la representatividad de todos los peruanos. El Perú parece ser el único país en donde el número de ciudadanos que representan los congresistas es tan elevado.

Ante todo esto, Mariana Olcese, señala en la página web Perúpolitico, que los peruanos nos encontramos subrepresentados en comparación con otros países. Nuestro Congreso está conformado por 120 miembros, que representan a 27 millones de peruanos, cuando un Parlamento de estas características pueden encontrarse por ejemplo en Israel, que cuenta con solo 4 o 5 millones de habitantes aproximadamente.

Sin embargo, qué hacer en un país en donde el nivel de aprobación del titular del parlamento, Luis Alva Castro, llega a un nivel de desaprobación del 58% -según un sondeo realizado por la Universidad Católica- y donde uno de cada cinco congresistas, ha protagonizado algún escándalo, tal y como lo publicara el diario El Comercio semanas atrás.

Según opinó el ex oficial mayor del Congreso José Elice, en una entrevista para el diario el Comercio, el problema de representación no se evalúa por la cantidad, sino por la calidad de los parlamentarios. Explicó que el ratio internacional suele ser de un legislador por cada 60 mil habitantes, mientras que en el Perú es cada 235 mil. El aumento de 10 escaños no hace la diferencia.

Ante todos estos cuestionamientos, saltó a la discusión el tema de la bicameralidad, con la cual se regresaría a los dos senados. Las propuestas nacieron de la bancada aprista, sin embargo con dos posturas diferente. La primera, la de Arturo Alegría (APRA), que propone sean 150 diputados y 50 senadores vitalicios, mientras que el congresista Aurelio Pastor (APRA) señala que deberían ser 130 diputados y 50 senadores no vitalicios.

Los principales detractores de este cambio señalan que este implica un gasto muy grande e injustificado para el estado y que lo que generará será mayor lentitud en los procesos. Sus defensores en cambio, indican que esto implicaría mayor reflexión al momento de tomar decisiones tan importante, que ahora, por el número de representantes se toman mucha veces de manera muy superficial. Asimismo, aseguran, que esto permitirá que los representantes de provincia no se distraigan con temas de índole nacional y vean los temas por lo que fueron electos.

Sin embargo, esta propuesta, discutida también en el congreso, fue desestimada con 61votos a favor, 34 en contra y una abstención, con lo cual se anuló la posibilidad de volver al antiguo parlamento anulado con el golpe de estado de 1992.

Sobre esto, lo que ahora resta es esperar a ver si el tema será sometido a referéndum para su aprobación, tal y como lo indica la Carta Magna en el artículo 206. Por lo pronto, el número de curules para el congreso ya fue modificado y esta ley entrará en vigencia para el 2011. La ley fue aceptada con 100 votos a favor y ninguno en contra.

Mientras tanto, algunos siguen en pie de lucha y esperan que haya un plan de renovación parlamentaria a la mitad del período, en donde cada dos años y medio se pueda renovar la confianza en los congresistas elegidos, o sacarlos por incumplimiento de sus funciones. El ministro de Justicia, Aurelio Pastor, expuso en dos ocasiones este proyecto del Ejecutivo ante la Comisión de Constitución, obteniendo el rechazo de todas las bancadas, excepto el Apra

Muchos continuarán especulando la utilidad de este cambio, algunos con tristeza porque aseguran no será más de lo mismo; y otros, no tantos, esperando que sea verdaderamente un aporte para el orden y la credibilidad de nuestros “otorongos”.

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