sábado, 5 de diciembre de 2009

Arte sin cartón





Por Rudy Jordán

Ningún bailarín profesional haría taxi", asegura Mirella Carbone, quien tiene la convicción de que es necesario profesionalizar la danza en el Perú. Mirella es fundadora de la Escuela Danza y Movimiento (Andanzas), tiene respuestas serenas y pone el "haría taxi" en condicional porque este año se graduarán--sin título de bachilleres-- las primeras cinco chicas de Andanzas.


Moira Silva, una experimentada bailarina que termina Andanzas en octubre, confía en que podrá desempeñarse como productora, investigadora y bailarina. La carrera, que dura cinco años, nació en la Universidad Católica (PUCP) y hoy tiene unos 50 alumnos inscritos. El problema es que aún existe duda entre los directivos, quienes no se deciden a nombrarla carrera profesional.

Parecido es el proyecto que --con menor fortuna-- le ha presentado el Ballet San Marcos a dicha universidad. Los integrantes tienen 44 años de experiencia, sus espectáculos atraen a coreógrafos internacionales, pero estas credenciales parecen insuficientes, pues el rector de dicha universidad aún no se anima a profesionalizar la propuesta.

Es cierto que en otras universidades se enseña danza, pero en la mayoría de casos se dicta como taller o como un curso sin créditos. Toda esta letanía académica se da en los campus peruanos mientras que en universidades de, por ejemplo, Brasil, se forman bachilleres y magísteres en la materia.


OÍDO A LA MÚSICA
Ernesto Jiménez estudia Comunicación Audiovisual en la U. Lima --otra rama de las industrias culturales-- y se queja de que algunos de sus cursos son "estupideces". Tras haber recorrido buena parte de Sudamérica con su cinturón de capoeirista (la capoeira es una expresión brasileña que fusiona música y danza), percibe que muchos alumnos se quejan de lo básicos que son los cursos de danzas que dictan en su universidad. "Si la danza llega a adquirir un nivel universitario aparecerían críticos, teóricos y bailarines".

En este sentido, la diversidad es el punto por el cual apuesta la Escuela de Música de la PUCP. Las tonadas de la escuela comenzarán a sonar en enero y contarán con la dirección del compositor y concertista Javier Echecopar. "La investigación y la identidad serán los ejes fundamentales y desarrollaremos métodos que permitan interactuar con las diferencias que son, en el fondo, riquezas", dice Echecopar.

Y mientras la PUCP explora alternativas de carrera en el ámbito musical, el Instituto de Arte de la Universidad de San Martín de Porres (USMP) es la primera institución en el Perú que otorga títulos universitarios bajo esta novísima designación: Licenciado en Educación, Dirección e Interpretación Musical en Canto, Composición e Instrumentos.

LA COMIDA DA DE COMER
Con la explosión de institutos gastronómicos y 47 marcas de restaurantes peruanos desperdigadas en el globo como franquicias, resulta curioso que solamente la Universidad San Ignacio de Loyola haya creado una carrera profesional relacionada exclusivamente a la gastronomía.

Gastronomía y Gestión de Restaurantes es el nombre de la carrera y forma profesionales con capacidad para gestionar empresas en ese sector. Cursos como Historia de la Gastronomía, Cocina Asiática y Marketing forman parte del plan de estudios (diez ciclos) y parece ser la receta más provocativa de la oferta universitaria.

"No estamos sincronizados con los nuevos requerimientos del mundo. Existe mucho miedo a innovar con nuevas carreras", afirma Caterina Capurro, presidenta del Instituto del Vino y del Pisco (IDVIP) de la USMP. Esta escuela, que cuenta con cursos de diez meses, fue creada en el 2002 y forma sommeliers (expertos en bebidas).

La voz universitaria reclama que, junto con la gastronomía, se profesionalice la música y la danza. Un 'cartón' profesional explotaría sus potencias

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