viernes, 4 de diciembre de 2009

Lucha por la libertad de pensamiento

Por Susana Navarro
Una casa repleta de personas, una reunión familiar me indican que tal vez este no fue el mejor momento para hablar con él, en eso aparece una persona de baja estatura, delgado, en ropa muy cómoda; recibí un saludo no muy amable y continuó jugando con sus perros. Me recibió en la comodidad de su hogar; me rodean fotos y cuadros colgados en las paredes que muestran la historia de toda una vida. Rolando Breña, dirigente izquierdista del partido Patria Roja, nació en Huancavelica. Desde pequeño vio como la minería arrasaba con el medio ambiente y con la riqueza de cultura. La discriminación hacia los ‘ignorantes serranos’-como él recuerda que los hijos de los grandes señores feudales llamaban a los que no habían nacido con un apellido extranjero- y el venir a Lima como un inmigrante que buscaba tener la oportunidad de estudiar, reafirmó en él la enorme diferencia de clases sociales y la discriminación. La Universidad de San Marcos donde inició sus estudios de derecho, fue el lugar que le presentó por primera ves los textos de Marx y de Mariátegui; la efervescencia revolucionaria que se vivía en el mundo de países como China, Rusia y Cuba, fueron los inspiradores en crearse una conciencia de lucha. Para Breña, Cuba demostraría al mundo que un pueblo pequeño puede liberarse. San Marcos demostraba para el joven alumno el reflejo de la sociedad peruana, en sus propias palabras “un mosaico de los problemas nacionales”. Pero esa universidad se habría de convertir en una amenaza al ver que los partidos políticos dentro del mismo campus, se volvían más fuertes y movían multitudes. Breña se convirtió así en Presidente de la Federación de San Marcos y de la Federación de Estudiantes del Perú organizando charlas, realizando asambleas y convocando marchas. Una de estas fue para apoyar la huelga de 1971 del Sutep. Este hecho marcaría su vida.
El exilio

Él recuerda que un sábado de setiembre de 1971, saliendo de la Facultad de San Marcos que se encuentra en la avenida Grau, un carro se estacionó en la puerta y un hombre se bajo y le dijo - Breña, el jefe quiere hablar contigo – y al ver que dos carros más se estacionaron lo único que pensó era que no podría escapar. Tuvo que firmar unos papeles entre ellos un pasaporte, cuando lo dejaron ver por la ventana del auto, estaba entrando al aeropuerto. Lo único que recuerda es haberse encontrado con siete profesores de la universidad y un alumno más, lo siguiente era que todos se encontraban en un avión viajando a un destino desconocido. Habían sido expatriados a España. El grupo de peruanos representaba una amenaza para el gobierno del General Velasco, fue mandado lejos donde sus pensamientos no podrían incentivar a que el pueblo se levante en protesta. Con solo la ropa con la que habían salido del Perú, intentaron encontrar un lugar donde dormir y la embajada se negaba a brindarles ayuda. Así pasaron los días; los profesores que habían sido obligados a dejar a sus familias pudieron regresar en cuatro meses pero Breña no. Un año fue el tiempo que estuvo en España, durmiendo en un tercer sótano donde consiguió un cuarto oscuro y húmedo. Fue allí donde contrajo la enfermedad de la Tuberculosis. A pesar de las dificultades, él no se alejó de su arraigado pensamiento. Se reunió con algunos estudiantes, realizó una revista, daba volantes, pegaba afiches y daba charlas sobre la educación en el Perú. Sin embargo, “ni cuenta me di cuando pasé de criticar la educación peruana a criticar la educación española”; para su mala suerte, en el gobierno de ese momento estaba el dictador Franco, así como en el Perú, creyó que el pensamiento libre no era un beneficio para su gobierno. Un día, sin previo aviso lo sacaron de un salón de la Universidad Complutense de Madrid y lo llevaron a la frontera con Francia y lo abandonaron en el pueblo más cercano. En Francia, su amigo el pintor Alberto Quintanilla- de quién se observa grandes cuadros en tan pequeña sala- fue el que le dio un lugar para que pudiera dormir. Cuando la enfermedad que contrajo en Madrid se aceleró, fue internado de emergencia en un hospital de Paris. Rolando Breña recuerda sus años en Francia con bastante afecto por la sonrisa que se le dibuja en el rostro por primera vez en toda la entrevista. País donde podía expresar su pensamiento y compartir con personas de muchos lugares con culturas, religiones y pensamientos diferentes. Allá pudo realizar películas, dar conferencias para la UNEF (Unión Nacional de Estudiantes de Francia), leer más y profundizar en filosofía, arte y poesía. “En Francia tu puedes encontrar todos los vicios y también todas las virtudes”. En la Universidad Sorbonna pudo estudiar Economía Política, sin embargo nunca pudo sacar de su mente la necesidad de volcar todos sus conocimientos en su país.

El retorno Cuando se supo que la dictadura del General Velasco había sido derrocada, Breña pudo volver. Llegó al país en octubre de 1975, más de mil estudiantes lo fueron a recibir y se fueron caminando al Palacio de Justicia. Lo acusaron de crear disturbios y fue apresado pero su abogado, Alfonso Barrantes, lo liberó pues en realidad había sido una protesta pacífica. Ya en el Perú desde el año 1976 a 1978 fue perseguido político por representar el pensamiento izquierdista, siempre viviendo en la clandestinidad y escondiéndose. De esos años Breña me muestra su documento de identidad falso que utilizaba para salir del país, era un documento ecuatoriano en el cual su nombre cambiaba a Marco Zapata. En la huelga que realizó el Sutep en 1979, el ya formado partido Patria Roja, escogió a Breña como uno de los que deberían dar una conferencia de prensa en el Congreso para describir las injusticias que se realizaba frente a este gremio. Al momento de salir del Congreso, él recuerda que se encontraba con Javier Diez Canseco, Genaro Ledesma, entre otros y vio que los policías lo esperaban en la puerta, listos para capturarlo. Se subieron al carro de Diez Canseco y se dieron a la fuga metiéndose por el patio del congreso y subiendo las escaleras, los policías los perseguían, pero entre esas tantas estrechas calles de Lima pudieron perderlos.
El Congreso
Entre el año 1980 y 1990 fue senador. De esos años recuerda las conversaciones alturadas con los demás senadores, “si levantabas la mano para hablar era para decir algo inteligente sino te comían vivo”. ”En realidad es difícil poder hacer las cosas que uno quiere, siempre hay mayorías a las cuales no les conviene que los cambios se realicen”. Pero pudo recibir la experiencia de poder estar en un lugar donde se encontraba una lucha política abierta y se pueden encontrar personas moralmente correctas y también de las que no tienen escrúpulos cuando quieren algo. Cuando vuelvo a ver las paredes que me rodeaban, encuentro fotos de Breña saludando a personajes como Yasser Arafat y Fidel Castro. En la infinidad de viajes que realizó, él pudo conocer a los líderes que cuando era joven, los podía admirar solo en los diarios demostrando que un pueblo pequeño como Cuba, se puede enfrentar a unos de los monstruos del capitalismo como él lo llama. En 1990, finalmente pudo regresar a la universidad que le había impedido graduarse por un tema de ‘seguridad nacional’. Pudo volver a esas aulas donde 25 años atrás, encontró un espacio de discusión y encontró la razón por la que todavía confía en que el pueblo es el único capaz de realizar los verdaderos cambios.
Hoy
Actualmente sigue siendo dirigente de su partido Patria Roja dando charlas, conferencias, etc. Sostiene que lo más importante es la libertad de ideología y cree firmemente que el comunismo es la solución para la desigualdad social en la que él creció y vivió. Rolando Breña de 66 años, delgado y de baja estatura todavía contiene la fuerza y el fuego en su interior sin perder su necesidad de lucha.

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