martes, 1 de diciembre de 2009

La prostitución de La Habana

Por Carolina Ciurlizza



El “jineterismo” o prostitución cubana tiene una corta pero intensa historia y así como todo en cuba es controlado por la dictadura socialista también la prostitución de todo tipo trata de ser controlada por el gobierno cubano.


Sin embargo, el control cae en contradicciones porque mientras se prohibía el mercado sexual impidiendo el ingreso de cubanos a los hoteles, por otro lado, hay hoteles que promueven el mercado de prostitutas dejando que estas ingresen a los establecimientos no sólo para concretar la cita sexual con los clientes (a) sino, para ofrecer sus servicios en las piscinas, los bares y demás lugares.


Un mexicano que conocí en un viaje a La Habana me contó que en el hotel dónde nos estábamos hospedando, Occidental Miramar, había prostitutas cubanas. Era medio día y alrededor de la piscina, frente de guardias de seguridad, meseros, barteners y demás personal del hotel se le acercó una joven cubana para decirle “120 CUC (100 dólares) por acostarte conmigo”, a pesar de que él le dijo que “no” ella siguió rebajando el precio hasta llegar a los 30 CUC (25 dólares).

El mexicano no aceptó la oferta y luego de ser rechazada, la cubana se fue donde otro huésped y luego, debido nuevamente a un rechazo, se fue donde otro y otro hasta que fue aceptada. Todo este negocio se dio a plena luz del día, con turistas bañándose en la piscina o disfrutando del sol y con el personal del hotel trabajando en sus labores.


Por un jabón, unos jeans y unos dólares


Luego del triunfo en 1959 de la Revolución Cubana, las prostitutas que servían a los extranjeros que veían en Cuba una isla de la diversión, fueron alfabetizadas, atendidas y adiestradas en labores manuales y diverso tipo de conocimientos para acceder a un empleo digno. Incluso, una de las causas de la Revolución fue la prostitución tan evidente que había en Cuba.


Ya para los setentas, la prostitución era vista como un triste episodio del pasado, sin embargo, cuando sobrevino la crisis de los 90 y la recién desaparecida Unión Soviética dejó de mandar remesas, reapareció el fenómeno y se fue intensificando a gran escala, ahora eran mujeres con alta instrucción escolar o universitaria, que alternaban la calle con el estudio y el trabajo o incluso dejaban tales ocupaciones para dedicarse a los extranjeros como opción más rentable y ajustada a sus intereses.


Para 1998 la prostitución era tan evidente, el malecón de la Habana y la Quinta Avenida tan repleta de jineteras, pingueros (putos) y turipepes (clientes europeos) y más aún el valor del sexo había bajado tanto -llegando a equivaler una comida en un restaurante de segunda categoría o unos jeans- que Fidel Castro decidió lanzar el “Operativo lacra” que se basó en una redada masiva de prostitutas y el cierre de muchas discotecas.


En la actualidad, las "jineteras" ya no tienen que mostrarse por el Malecón ni prostituirse por un jabón. Ahora, según informaciones de la prensa independiente en La Habana, las tarifas oscilan entre los 35 y los 80 dólares, los chulos ofrecen a sus muchachas por Internet (totalmente controlado su acceso por el régimen).


“ÉL” control


Si bien no es novedad que en un hotel turístico hayan prostitutas, la contradicción en la que después caen estos mismos hoteles convierte este asunto en un punto para la reflexión.
Siguiendo con la historia -al día siguiente del encuentro entre el mexicano y la prostituta- saliendo de una discoteca en La Habana, mis amigas y yo decidimos ir con un grupo de cubanos al hotel para tomar unos tragos. Al llegar, una vez cruzamos el hall, un botones cubano, muy elegante y distinguido, nos dijo “Un momentico, Uds. son huéspedes y ellos cubanos. No pueden ingresar”.


Al ver mi cara de extrañeza el botones llamó a los dos cubanos a un lado y les dijo “Ustedes saben cuáles son las reglas” Efectivamente ellos entendieron cuáles eran estas reglas porque luego de la conversación con el botones, volvieron hacia nosotras para decirnos que tenían que marcharse.


No pregunté más porque la noche se había tornado sumamente incómoda, sentía la desilusión y la incomodidad de los cubanos. Esas palabras del botones, me recordaron que no estaba solamente en una isla caribeña, estaba en Cuba.


Pero analizando este suceso desde lado legal, hoy en día cualquier cubano puede entrar a un hotel ya que la restricción que tenían los cubanos a entrar a lugares turísticos se acabó en el año 2008 después de una década viviendo con este impedimento.


Y es que a pesar de que en el artículo 43 de la Constitución cubana se consagra el derecho de todos los nacionales a hospedarse en “cualquier hotel” en 1990 se da una ley que impedía a los cubanos ingresar a los hoteles y demás sitios turísticos para así prevenir la prostitución y demás enfermedades de transmisión sexual.


Pero como las fechas lo indican, esta restricción amparada en la otrora ley ya no tenía validez para este año por lo que no se trataba de estar cumpliendo a cabalidad con las reglas del régimen castrista, al contrario son los empleados de los hoteles, contratados directamente por entidades del Estado, los que "ofertan" las "jineteras" y "pingueros" a los extranjeros que allí se hospedan.

Hace 50 años el régimen castrista les daba educación y trabajo digno a las prostitutas, controlaba el ingreso a los hoteles y discotecas. Hoy, a pesar de estar abolida la ley que impedía el ingreso de cubanos a sitios turísticos, solo algunos, que trabajan en complicidad con el personal hotelero –contratado por el Estado- pueden entrar y disfrutar de las comodidades, para todo lo demás, el régimen y las normas vuelven a hacer su trabajo en favor de la Revolución.

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