domingo, 6 de diciembre de 2009

Vocación de campeón

Por: Claudia Fernández

El campeón nacional de Muay Thai en la categoría welter ha sido nominado al título mundial. Miguel Sarria, de 30 años, periodista de profesión y luchador por vocación, entrena todos los días para traer el galardón al Perú.

Sus piernas son su fuerte. Miguel Sarria cree que sus patadas y giros son su mejor arma a la hora subir al ring y derrotar a quien se le pare en frente. A sus 30 años, y con 53 peleas en su haber, es campeón nacional de Muay Thai en la categoría welter (menos de 67 kilos).

Es el mediodía y Miguel está en la parte de la rutina que consiste en correr 8 kilómetros. Ello luego de haberse ejercitado con máquinas, planchas y otros ejercicios que lo mantienen en forma y que realiza porque quiere cumplir un solo objetivo: ser campeón mundial. Y es que a pesar de que su categoría esté vacante y él mismo reconozca que “no está tan difícil la cosa”, sabe también que si no se dedica al deporte en un 100%, no podrá obtener el título, acaso el más difícil de los retos que le ha tocado.


El carácter jovial, la figura esbelta y el peinado (una especie de rockero de los setenta con cabello engominado) no dan la apariencia de estar frente a un recio peleador que, como ha confesado, no sale sino a ganar. “No hay forma de perder, yo me enfrento a quien se pare delante mío, no importa quién sea”.

En el mismo gimnasio donde entrena Sarria, el MMA Fighting Club, diez personas -entre ellas una chica- dirigidas por un hombre alto, calvo y delgado practican Jiu Jitsu. Los deportistas adoptan poses complicadísimas y realizan ejercicios que demandan mucha fuerza: todos han aprendido minuciosa y cuidadosamente las técnicas. Ellos se juntan y entrelazan sus piernas unos con otros. Pero cuando el contacto se vuelve fuerte, los que sienten el ‘ajustón’ de la ‘llave’ dan palmaditas en la espalda del otro –que lo tiene pegado a sí- como pidiendo una tregua, como diciendo “suave nomás”.

El Muay Thai, en cambio, es muy parecido al boxeo, las reglas son casi las mismas. Una de las diferencias, sin embargo, es que se permiten patadas, codazos, rodillazos, giros y golpes en todo el cuerpo, menos en los testículos.



Este deporte nació en Tailandia, donde es algo así como el fútbol para los peruanos: todos saben qué es y lo practican. Pero en Tailandia el ejercicio es muy duro, muy fuerte, es a morir porque se aplica la corriente oriental. En el Perú, a contrario, se practica la occidental, esta es menos ruda: permite algunas variantes y es, más que nada, un verdadero espectáculo.

Miguel comenta que el equipo peruano de Muay Thai es uno de los mejores en Sudamérica. Un ejemplo de ello es que tiene a tres campeones: Frank Paredes, Rodrigo Jorquera y el propio Sarria. La ventaja de los sudamericanos (y, más específicamente, de los peruanos), dice, es que “se meten con ganas y son buenos en todo: patadas, puñetes, golpes, rodillazos”. Sarria viene de otros deportes: antes de elegir el Muay Thai pasó por el Tae Kwon Do y el Full Contact. “En el Muay Thai estoy desde el 2002, antes estuve en el Kick Boxing, Full Contact y, desde los 10 años, en el Tae Kwon Do”.

AL `PROFE´ CON CARIÑO
Son un poco más de las 10 de la mañana. Es viernes y es otro día más en la rutina deportiva de Miguel, a quien también llaman “El Galgo”. Ahora está ‘peleando’ con una chica de unos 22 años, muy avezada, por cierto: no se queda, no se amilana; ataca y pega. Miguel la esquiva y le da uno que otro golpecito (siempre cuidando que se trata de una mujer), la esquiva y golpea con los puños, pero nada de patadas. Al final, se dan un abrazo y se ríen.


Ahora Miguel golpea al saco y a la pera, entrena, piensa que se enfrenta con su enemigo en una lucha sin cuartel, lo visualiza y no desmaya. Ensaya sus puñetes, patadas, se recuesta un poco sobre el viejo saco azul, se pega a él, lo abraza como si fuera su oponente. Simula que lo ataca. Ahora practica la patada voladora. Y luego de media hora continúa pegando duro, aún más duro que al comenzar. Entonces, se acerca Dante.


“Vamos Miguel, una más, dale, dale duro; ahí, golpea duro”. El profesor Dante Quiroz es un hombre fornido de baja estatura. A sus cincuenta y tantos años ha entrenado a los mejores boxeadores de este país pero, por problemas al interior de la Federación de Box, quedó fuera de esta y desde hace 4 años vive al margen de la institución.

Es uno de los dos entrenadores de “El Galgo”; el otro se llama Jorge Crespo. El deportista también tiene un nutricionista y un preparador físico de pesas y musculación. Pero entre Dante y el luchador hay una relación especial… acaso la más estrecha. “Dante, mi entrenador, definitivamente es el mejor del Perú”.



El `profe´ cuenta que la pasión por ese deporte surgió cuando quiso parecerse a un chico de su barrio: un campeón de box. “Todos lo admiraban, y yo decía ‘yo quiero ser como él’. Un día me vio y me preguntó si quería aprender a pelear, yo le dije que sí. De ahí no pare hasta llegar a ganar siete campeonatos. Me decía que tenía madera”, cuenta el entrenador.

TIEMPO PARA TODO
Ya es hora de cambiarse. “El Galgo” se saca el polo empapado de sudor y un tatuaje en su espalda resalta: es la figura de un japonés que carga a su pequeño. “Esto es un manga, es un hombre que tiene un hijo y que fue traicionado. Yo tengo un hijito y soy separado… y bueno, es toda una historia”.

Aunque esa no es la única marca que tiene en el cuerpo -tiene otras en el brazo y muslo-, sin duda debe ser la más significativa. Los domingos el campeón de Muay Thai pasa todo el día con su hijo de 4 años. “Además trato de verlo siempre que puedo, me escapo de todo, mi hijo es mi razón de existir, de vivir. Es todo”.

Después de entrenar Miguel debe irse a trabajar porque es periodista de la sección de locales en Perú 21. Trabaja allí hace 4 y siempre le han dado todas las facilidades para poder entrenar. Pero está pensando en dejar de trabajar. “Les he ganado a muchos que solo se dedican a pelear. Pero soy consciente que si quiero obtener el título [mundial] tengo que dedicarme por completo este tiempo”.

Aún no se sabe la fecha exacta pero el próximo año Miguel Sarria pelará, al parecer, con un luchador argentino, por el título mundial en la categoría welter. Dice que la federación de Muay Thai y el IPD le han prometido apoyarlo en todo y que harán lo posible para que el enfrentamiento sea en el Perú. “Nunca me apoyaron antes, claro, pero esta vez es diferente; además, ahora a todos nos conviene, todos saldríamos ganando”.







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